6.2.11

Las huellas de un tango

Caminaba junto a ella una noche
llena de estrellas, llena de melodía
Sus palabras eran, cada una, una caricia
En eso de tanto caminar,
ella me cuenta de un lugar,
en donde suena un bello tango
Al ir tras aquel delirio,
veo un bar, un teatro y unas mesas
Nos ubicamos en una de ellas
Yo pedí unas copas de vino...
¡No -dije- mejor una botella!
Sonaba en vivo aquel tango: Por una cabeza
Carlitos Gardel, hijo de las estrellas
Yo solo miraba aquel ángel de tanta belleza
que me cantaba de frente, la dulce frase, aquella...
-Tu boca que besa, borra la amargura, calma la tristeza-
Luego brindamos por nosotros,
por que nunca acabase aquel momento
por que nunca se esfumara aquel destello
que dejó teñido de vino, y tango nuestro corazón.
Y aunque cambien los relojes y pasen ya los años,
no hay tiempo que borre las huellas de un tango.
De ese, nuestro tango. De aquella, nuestra pasión.



Jean Machuca