Era un caluroso día de verano en uno de los hemisferios. Las noticias decían que el petróleo no paraba de subir. La gente comenta los desastres de un volcán en un país del sur. Hacía rato que se venían masticando las consecuencias de la guerra de Irak en los países involucrados. Se avecinaba una inminente crisis energética y alimentaría. No era un muy buen comienzo de año que digamos. Era un enero que deseaba que febrero se llevara su responsabilidad. Mientras yo miraba atentamente la televisión en donde se mostraban algunas protestas y se promovía el gran cambio que nos revolucionaría a todos… el apagón analógico y la llegada de la televisión digital. Febrero pasó sin penas ni glorias. Marzo fue el terror, como todos los años, de los bolsillos de la gente por las compras escolares. En aquel hemisferio comenzaban las clases. En el otro hemisferio el frío no se hizo notar como años anteriores (algunos le echaban la culpa al calentamiento global). Abril ya hablaba de cambios en la economía, mientras que mayo, despreocupado y cruel, hacía estallar otro volcán en el mismo país del sur, pero esta vez dejando en estado de emergencia una región entera, aunque fue mas importante el exabrupto de un jefe de estado en la cumbre de ambos continentes. Junio dejó en claro que el agua era el tema importante. Era casi mal mirado hablar de otra cosa que no fuera su buen aprovechamiento. Aunque a nivel continental y en un ambiente político el tema verdaderamente conflictivo fue la inmigración, y una directiva de retorno de título famoso y contenido escondido. Julio, agosto y septiembre fueron testigos silenciosos del sufrimiento de los habitantes de Osetia del Sur, aunque los juegos olímpicos fueron mucho más ovacionados. Octubre puso la nota romántica y nos premió con la visita de un meteoroide, haciéndonos creer que éramos parte de una película espacial. Los medios de comunicación estaban nerviosos por la crisis mundial y lo trasmitían como es debido a la población, frenéticamente. Noviembre y diciembre no aportaron mucho que digamos. A mi juicio, no se puede esperar mucho más de un año par, y menos mal. ¡Feliz año nuevo!
Jean Machuca
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