Ni amparó la luna,
ni guiaron las estrellas
a aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Ni le vieron sus amigos
ni acompañó su doncella
a aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
El abandono fue testigo
de aquella larga condena
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un triste y bello canto
del que vio sufrir al tiempo
que con su silente latido
iba silvando en verso,
iba cantando en verso,
iba llorando en verso.
Aquel día vio el cielo con ojos llorosos
y se llenó la vista de nubes,
nubes blancas de asucenas
y fue entonces cuando hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
El infierno le cerró las puertas.
Le miraba la gente, pero no le veía.
Y los sabores se tornaron grises,
y los olores oscuros le adormecían.
Una caja de dolores
y un cinturón de penas
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
De su alma sacó un racimo
y se lo obsequió al olvido.
Otro pedazo, lo convirtió en seda.
Un quinteto de angustias,
endurecieron como greda
a quien logró con el grito
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Ella le extrañaba, pero no le quería.
Él la amaba, pero no lo decía.
Ellos los odiaban, tan sólo por la envidia.
Una serpiente de dudas,
un calamar de problemas,
para quien ha logrado hacer
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un sin fin de pesadillas y
un pañuelo de promesas.
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un viejo verso angustioso
de quien vio agacharse al viento
y pedir de rodillas al cielo
una sortija de anhelos
brillantes como la gema
que admiró al ver salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
ni guiaron las estrellas
a aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Ni le vieron sus amigos
ni acompañó su doncella
a aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
El abandono fue testigo
de aquella larga condena
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un triste y bello canto
del que vio sufrir al tiempo
que con su silente latido
iba silvando en verso,
iba cantando en verso,
iba llorando en verso.
Aquel día vio el cielo con ojos llorosos
y se llenó la vista de nubes,
nubes blancas de asucenas
y fue entonces cuando hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
El infierno le cerró las puertas.
Le miraba la gente, pero no le veía.
Y los sabores se tornaron grises,
y los olores oscuros le adormecían.
Una caja de dolores
y un cinturón de penas
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
De su alma sacó un racimo
y se lo obsequió al olvido.
Otro pedazo, lo convirtió en seda.
Un quinteto de angustias,
endurecieron como greda
a quien logró con el grito
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Ella le extrañaba, pero no le quería.
Él la amaba, pero no lo decía.
Ellos los odiaban, tan sólo por la envidia.
Una serpiente de dudas,
un calamar de problemas,
para quien ha logrado hacer
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un sin fin de pesadillas y
un pañuelo de promesas.
para aquel que hizo salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Un viejo verso angustioso
de quien vio agacharse al viento
y pedir de rodillas al cielo
una sortija de anhelos
brillantes como la gema
que admiró al ver salir
de una lágrima, un poema
y de un gemido, un canto en verso.
Jean Machuca
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