¿Qué oscuro secreto me ocultas;
Oh, reina de lo difuso?
Llegaste a mi vida sin avisar,
cual inspiración llega al poeta;
y tus palabras llenaron mi alma,
como los versos de un poema.
Haces que la línea entre mi realidad
y lo mágico se desdibuje.
Yo admiraba a la noche,
tal como a cualquier otra noche.
Me dolían ya los ojos
de tanto mirar la luna.
Y de repente, cuando todas las estrellas
parecían brillar con la misma intensidad,
te ví iluminarlas como ninguna
al mirarme fíjamente a los ojos.
¿Qué asombroso encantamiento
has vertido sobre mis hombros;
Oh, hada de los cielos?
Has bajado como un rayo silente y luminoso,
pero penetrante e hiriente,
quemando mi entorno.
Con tan sólo dos palabras tuyas
he visto el futuro.
La tierna escena en que nos besamos,
con el atardecer en la playa como escenario,
caminando juntos y abrazados
hablando de nuestras vidas y besándonos,
amándonos mucho, haciéndonos regalos,
coqueteándonos como si fuera el primer dia,
la primera cita que siempre soñamos...
y deseándonos a tal punto que causamos envidia,
y todo aquel que nos mira dice:
miren... allí van los tortolitos,
como el corazón de dos palomas siameses
volando juntos por siempre.
Pero vuelvo al presente y no te veo conmigo.
Veo tan sólo aquel deseo ferviente,
incontrolable, inalcanzable, inasumible... indeleble,
ineludible, inconmensurable... de oír tus suspiros.
Miro a mi alrededor y tan sólo veo
la fantástica forma en que has cambiado mis pensamientos,
pero yo no me conformo con la fantasía, amor mío.
Lo mío es el mundo real, el tacto, la piel... el saber amar.
No soy de los que les gusta mirar sin tocar,
ni desear sin intentar obtener aquello que desean.
Tus promesas de apogeo me torturan...
Lo nuestro, así, ya no puede continuar.
Amo ahora tanto a nuestro sueño,
que permanecerá siendo sólo eso, un develo.
Un mágico lugar en donde pude comprender
que nuestras vidas son montón de años escritos
en una hoja llena de sentimientos encontrados,
en aquellos lugares que nunca estuvimos,
aquellas sendas que nunca recorrimos,
y aquellas palabras tan llenas de amor
que nunca nos dijimos...
Y te miro en el cielo, y te veo brillar.
Jean Machuca
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